En la sala de Proartes se está exhibiendo la obra de David Morán,
Bestiario. Pinturas en lienzo y tabla con recortes de revistas pornográficas que
en nada sirven a su función primera; una vagina es una uña; penes erectos diabólicos
cuernos; lenguas viperinas que de cerca
son lenguas frotando clítoris hambrientos. Las apreciaba acercándome y alejándome.
Las pinturas que dibujan siluetas y cuerpos de mujeres desnudas, en topless,
provocadoras. Casi en su mayoría cíclopes; en el desarrollo de la experiencia extraña
la figura que simula los dos ojos en forma de estrellas. Una mujer estaba junto
mío, vio dos pinturas y luego abandonó la sala maldiciendo, al artista supongo,
a la sala quizá, a la sociedad sin duda.
Este Bestiario es más interesante aún porque envuelve la
experiencia de la juventud; colores pop, el espíritu animal de las noches y
el tedio de las tardes. Jóvenes que experimentan con drogas, sin rumbo, como es
la vida, la que ocultamos, este Bestiario es algo propio de ese dialogo, es arte. Quiénes son las figuras de esta nueva colección de
bestias llenas de pornografía, risas, cíclopes a los que sin duda “Nadie” ha
dejado ciegos: La zorra, La puta, La dulce, La putita; eufemismos de nuestra doble moral. Todos entendemos hacia donde apunta, hacia las
ninfas que han corroído nuestros ojos, al mundo que con sus manos de risa nos
deforma, a los cuernos del porno que azotan; la sociedad grita ¡Ole!. Las lenguas
de piel tersa y fotografías del porno de los 80’ toda una exposición en crisis de
una sociedad en crisis.
Salían de la sala un par de jóvenes cuando entraba,
expresión anodina, me divertí mucho viéndolos. No recuerdo el nombre de todas
las pinturas “mixtas”, así se catalogan por el uso en este caso de la pintura y las figuras de papel. No hay evidencia en la red del artista, no hay
comentarios, es extraño. Tal vez pertenezcan estas bestias a un templo que hay
que mantener en secreto y, sólo quienes han desvelado las inscripciones en sus pieles enfermas -como sucede con los personajes de Lovecraft- ven un cruel
destino. Hubiera sido mejor escapar.
¿¡A esto llaman arte!? Comentó un viejo cuando salí de la sala, ¿a esto llaman vida?, pensé como contrapregunta. Fui al baño. Abandone la sala Proartes.
Siento en la
oscuridad, en la que escribo esto, el aliento enfermo de una bestia que traga
semen, escucho pasos como choques de dos cuerpos húmedos; Honey, recuerdo, Hot,
Blowjob, Ass, la memoria me oprime y no sé si pueda terminar de escribir.
Fuck You, escucho susurrar a mi oído.
Tiemblo, tomo pastillas calmantes, bebo café y pongo música; no es nada, no es nada, me digo.
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