jueves, 8 de agosto de 2013

On the road, un fragmento


Una vez hubo un Louis Amstrong que tocaba sus hermosas frases en el barro de
Nueva Ordenas; antes que él, estaban los músicos locos que habían desfilado en las
fiestas oficiales y convertido las marchas de Sousa en ragtime. Después estaba el swing,
y Roy Eldridge, vigoroso y viril, que tocaba la trompeta y sacaba de ella todas las ondas
imaginables de potencia y lógica y sutileza... miraba su instrumento con ojos
resplandecientes y amorosa sonrisa y transmitía con él al mundo del jazz. Después había
llegado Charlie Parker, un niño en la cabaña de su madre en Kansas City, que tocaba su
agudo alto entre los troncos, que practicaba los días lluviosos, que salía para escuchar el
viejo swing de Basie y Benny Molten, en cuya banda estaban Hot Lips Page y los
demás... Charlie Parker dejó su casa y fue a Harlen y conoció al loco de Thelonius
Monk y al más loco aún de Gillespie... Charlie Parker en sus primeros tiempos cuando
flipeaba y daba vueltas mientras tocaba. Era algo más joven que Lester Young, también
de Kansas City, ese lúgubre y santo mentecato en quien queda envuelta toda la historia
del jazz; mientras mantuvo el saxo tenor en alto y horizontal era el más grande
tocándolo, pero a medida que le fue creciendo el pelo y se volvió perezoso y
despreocupado, el instrumento cayó cuarenta y cinco grados, hasta que finalmente cayó
del todo y hoy lleva zapatos de suelas muy gruesas y no puede sentir las aceras de la
vida y apoya el saxo contra el pecho y toca fríamente y con frases muy fáciles. Esos
eran los hijos de la noche bop americana.

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