sábado, 7 de septiembre de 2013

Nada que interese o deba interesar a alguien serio.


Por la tarde se escucha el grito del murciélago.
Dos caballos negros saltan por la pradera.
El rumor del arce rojo.
En el camino, aparece una taberna ante el viajero.
Delicioso es el sabor del vino joven y las nueces.
Delicioso es tambalearse, ebrio, por el bosque que
oscurece.
Por entre las negras ramas resuenan campanas dolorosas;
Gotas de rocío caen sobre el rostro.



La forma de escribir de Tralk es sumamente bella, con líneas simples dibuja música, un tanto oscura y triste. Una esperanza muerta le sale de las entrañas. Quisiera poder hablar y hablar de ella, pero no podría, no sabría que decir con certeza. Sus poemas fueron publicados en algunas revistas y un libro que en vida jamás vio. Hölderlin tiene un sonido similar al de Tralk, o viceversa. Pero Hölderlin nunca llega a ser tan oscuro en su esencia ni a cargar tanta música y habitaciones sórdidas. Ambos tienen impresiones muy bellas de lo que vieron sus ojos. Lo que amo de su poesía es su tono siempre consciente; la falta de esperanza o la vida o la noche o el alma o el dolor no son exagerados  (como en el romanticismo francés),  son ellos por ellos mismos. Todos los elementos en Tralk dialogan entre sí, hasta el mismo poeta es indagado o correspondido por ellos.

Puede que sintiera un amor por la vida tan grande, que le haría sentir esa desazón como sólo se tiene por las cosas que se ama y vemos, decaen. No hay un sentido romántico en su poesía, no hay un ideal ni simbolismo aunque Hombres como Heidegger hagan un estudio tan poético de su poesía en las que el simbolismo igual que en Hölderlin está servido, pero dudo que fuera su propósito. No digo esto con ignorancia -aunque podría solo tratarse de tal-, sólo he pasado tanto tiempo y estoy leyendo mucho a Williams, y otros tantos poetas y seccionarlos es odioso, no son ovejas en mi rebaño de las que hable como si hubieran escrito para que yo simplemente las etiquetara. Vivo esto, lo que ellos hicieron lo disfruto y es ello lo que me importa, al final todos somos lo mismo. Como en un poema de Auden que leí hoy:

no hay tal cosa como el Estado
y nadie existe solo;
el hambre despoja de elección
por igual al policía y al ciudadano;
debemos amarnos unos a otros o morir.

Quita Estado y pon en su lugar estética o movimiento y entenderás lo que quiero decir. Quita si lo deseas policía y ciudadano y pon el nombre de dos poetas distintos; T.S. Eliot y Zukofky.
A veces, para que las cosas funcionen, sólo hay que imaginar el mundo tal y como es. Ya en su propia dialéctica infinita las cosas nos dirán lo que son, girando sobre sí mismas: Una rosa es una rosa es una rosa. Todo es imaginación, realmente (o eso estoy creyendo), no por ello menos real que lo real -si lo real existe-; mis lentes están rayados y estoy bebiendo justo ahora. Y trato de imaginar. En otros poetas el aforismo de Stein sonaría como: Una rosa es un color es una noche es un sonido es un olor. Y aun seguiría siendo la rosa, como con Baudelaire y las correspondencias. Sería el amor, o lo que sea. Pero aun así seguiría siendo la rosa. En ello no hay error, no si lo imaginas. Pero hablare de Tralk que es lo que me importa. 

El azul de mis ojos se ha extinguido esta noche,
El oro de mi corazón. ¡Oh!, cuán quieta ardía la luz.
Tu abrigo azul abrazó al que caía;
Tu boca roja sellaba la demencia del amigo.

El azul de los ojos es el mismo azul de la noche que abrazó al que caía, ¿quién es? no lo sé, no sé quién no podría descifrarlo y esto no es un estudio formal ni tampoco intenta serlo. La boca roja que sella la demencia, eso que suena tan sensual, como los labios de una mujer creo que no es más que una copa de vino. El que caía soy yo; no hay camino y mi vida va perdida, pero debo decir que el verbo no me es propicio pues siento que aún no paro de caer y sopeso en mi interior que hay aún más vacío que recorrer. Y el vino que me embriaga ahora es el que escribe. No hay razón para simular otra cosa. Wallace dice algo que es fantástico: 

"Una obra de ficción es una conversación que permite enfrentarse a la soledad esencial que se da en el mundo. Entre los seres humanos se da una situación de incomunicabilidad de emociones. La comunicación entre el creador y el lector es algo extraordinariamente misterioso. La buena literatura provoca una experiencia que permite trascender el aislamiento de orden subjetivo. Yo no sé si funcionará en español, porque es un término sumamente idiomático e idiosincrático, en realidad, la expresión de un sonido. Lo encontré una vez leyendo a Auden o Yeats, no recuerdo exactamente. Es como una epifanía, en el sentido que le daba Joyce al término, una revelación, la sensación de armonía y perfección que se siente en presencia de la obra bien hecha, de la obra de arte que logra su cometido. Es como un clic, el sonido que hace una caja que está perfectamente elaborada al cerrarse. El efecto inefable que provoca el contacto con la obra de arte. La comunicación entre distintas conciencias pensantes que se deriva de la contemplación de la belleza poética. En el acto de la lectura se da un componente que es el intento de establecer comunicación con otra conciencia, una interpenetración. Lo que llamo el clic es la capacidad de reconocer pensamientos y sentimientos que el lector siente como suyos, pero que no es capaz de verbalizar. Yo, como lector, en el momento de la lectura siento que el autor ha dado con las palabras que necesito para dar expresión a mis sentimientos. No les he dado forma yo, pero no por eso son menos mías: gracias al poeta, al escritor, han sido transfiguradas, y expresadas en una frase de gran belleza. En ese momento, el mundo cobra plenitud, solidez, rectitud."
Ese clic o epifanía que menciona es lo que es Tralk para mí y lo es desde que un rumor de sonata de piano arrumaba hojas secas en un patio lleno de aves negras. Lo supe desde que sentí que él como Chopin han hecho los mejores nocturnos. He intentado tantas veces tratar de escribir como él, pero me sobre pasa todo intento. Él ya dijo todo lo que podría decir.
Me vi andando por habitaciones desiertas.
Las estrellas bailaban, locas, sobre el fondo azul,
Los perros ladraban fuertemente por los campos,
Y un viento salvaje gritaba entre los árboles.

Y de pronto: silencio. La tenue llama de la fiebre
Hace surgir flores venenosas de mi boca,
Y cae el rocío, pálido y chispeante, desde las ramas
Como desde una llaga, gotea y gotea cual sangre.

Por el engañoso vacío de un espejo
Surge desde el horror y la oscuridad
Un rostro, lenta e indistintamente: ¡Caín!

La cortina de terciopelo roza apaciblemente.
La luna brilla sobre el vacío a través de la ventana.
Heme aquí, a solas con mi asesino.
No hay simbolismo (aunque me equivoque). Lo que quiero apuntar es la idea de que hay que imaginar las cosas tal y como son. Y son como las dice el poeta y no hay otra forma en que puedan ser y tampoco esconden más de lo que sus palabras dicen. Si la poesía refleja los pensamientos de un joven y sus impresiones sobre lo que vieron sus ojos, no han de ser menos reales que lo real. Ese horror encontrado en la guerra le habría embargado tanto el alma que tuvo miedo de sus aves negras, de los gusanos, los murciélagos y las arañas como seres más vivos de lo que imaginaba. Lo oscuro no es lo oscuro sino lo claro, un rincón, una sombra para el día en el que el sol arde tan fuerte que te hiere.

Siento que mi vida va a ningún lado. Un gran desfile de elefantes rosados en un cuento para niños. Una improvisación que perdió la melodía que la motivó. Todos van para todos lados y se esconden de sus propios miedos señalando a los otros, y los otros siempre son ellos mismos porque lo que hay en el mundo son espejos y ellos toman todo lo que crees de ti y lo convierten en dolor de cabeza, en una herida abierta. No todos sufren, es un caso particular el que menciono.

Georg Tralk es un poeta que admiro, sus versos son música, son camino y pesadilla.  No sé más de su vida que lo que se podría apreciar en cualquier parte. Adquirió adicciones como cualquiera de nosotros, sólo que la cercanía con el mundo farmacéutico le habrá dado la posibilidad de abusar y rebasar ciertas líneas que te meten en peligro. Igual a las líneas imaginarias que hay en el lugar en el que vivo, cruzar una línea que no ves ni de la que eres consiente te cuesta la vida. 

Escribió y murió joven. Fue a la guerra y eso lo aterro -eso dicen-. Una sobre dosis lo mato en su campamento. 



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