domingo, 6 de octubre de 2013

The Birth of a Nation

Recientemente he escuchado hablar mucho de Manhattan Transfer y he querido hacer un comentario, algo minúsculo y sin ninguna perspectiva. Primer capítulo en Manhattan Tranfer: Embarcadero… Un tipo llega en un barco, inmigrante. Una familia tiene su primer bebé, curiosamente la enfermera lo confunde, hay muchos niños y todos son iguales. Los padres de los niños trocados se encuentran, pero no por ese asunto, celebran la nueva vida, un nuevo hijo, un nuevo camino. Un hombre camino a casa ve un cartel de Gillette y decide comprar una; es la imagen del nuevo hombre, uno que tiene el rostro rasurado y dinero en el banco. Ya antes un joven había preguntado por Broadway. ¿Qué ha sucedido? Probablemente sólo un montón de situaciones, sin relación, y que se seguirán repitiendo. Pero cualquiera que atienda a dos cosas verá la intensión: 1) El libro fue escrito en 1925, lugar de 2) la transformación de los Estados Unidos, a finales del siglo XIX y principios del XX como potencia económica, New York se convirtió en el centro de negocios del mundo.

Sin duda la centralidad de Manhattan Transfer es la ciudad, una ciudad que crece, con ella sus ciudadanos, y con los ciudadanos la historia y el pensamiento de los norteamericanos. Se ha construido en una especie de pequeñas historias durante la narración: pequeñas crónicas, la objetividad delinea la narración, que estéticamente es lo más evidente. La novela está escrita de manera objetiva, refiriéndose esencialmente a los hechos, o a la descripción de imágenes. Muchos de sus personajes hoy nos suenan como estereotipos; inmigrantes, comerciantes, artistas que buscan Broadway, gente hambrienta de éxito. Pero para la época era el día a día de un país que crecía y demandaba mano de obra. Eso hace icónica la novela, habla del esplendor y circulo sin salida que se convierte una ciudad en auge. Hay un panóptico; sus muchos personajes toman cada detalle.

El nuevo horizonte que abre el primer capítulo: Las cosas han cambiado, ha nacido una nueva nación. El norteamericano es distinto. Ese sentimiento está presente en la narrativa de aquella generación de escrotores a la que perteneció Dos Passos, por tanto no es un capricho el retratar de tal forma la ciudad, el poder político y económico. Más allá de la exploración formal en la escritura, hay la interpretación a un momento importante para los Estados Unidos. El Gran Gatsby por poner un ejemplo, muestra al nuevo dandi; tiene dinero, poder, ama las fiestas y las mujeres bellas, no tiene por qué ser un brillante intelectual, sólo debe saber comportarse en sociedad. Y ese personaje es al que aspira nuestro hombre en la farmacia comprando la Gillette; ser el nuevo hombre, él que tiene dinero en el banco. Y este puto es esencial, los bancos que llevarían a la crisis en el 29 son la ley. Y eso tampoco es extraño. Ya Pound desconfiaba de ellos y parte de su participación en el fascismo italiano se debe a que estaba convencido que, en el poder los acabarían. Una audacia que sabemos en qué terminó. Por tanto la ciudad no es más que lo que es, lo que es nombrado, y la narración que parece no decirnos nada nos lo dice todo.

En entrevista en el Paris Review Dos Passos menciona el, cómo tal vez la escritura de la novela comenzó un poco como las películas de la época, entre ellas El Nacimiento de una Nación. El creció en New York. Conoce el sentimiento de Progreso que hay en los americanos. Keurac describiría el del movimiento jazz en la ciudad, o Don DeLillo en Cosmopolis nos da un Nueva York mucho más convulso y en el que la sistematización económica llevará, al clic de un ordenador, al caos del centro financiero. En las tres se describe de manera distinta la ciudad; hay una estética diferente en la narración. Keurac muestra la efervescencia, el estrepitoso sonar del jazz que conquista las masas, es más biográfica o autoficción. DeLillo, la jugada del poder financiero. John Dos Passos parece decir: la ciudad es un gran negocio.

Tal vez me equivoque la nombrar estás novelas, otros ejemplos serían mucho mejor. El auge prometedor que nos abre la novela, se va convirtiendo al adentramos en una trampa sin salida. Entrada la novela veremos lo lindo del sueño americano:

 – Estoy harto de esta cochina ciudad… En todas las partes del mundo pasa lo mismo: la policía moliéndonos a palos, los ricos explotándonos con sus míseros jornales, ¿y quién tiene la culpa…? Dio cane! Ustéd, yo, Émile, todos tenemos la culpa.
– Nosotros no hemos hecho el mundo… Son ellos los que lo han hecho, o Dios quizá– Dios está de su parte, como un policía… Cuando llegue la hora mataremos a Dios… Yo soy anarquista” (Pag. 50)

La ciudad, esperanza de una mejor vida; un tópico común. Así que vivir en ella es ir, como un péndulo del éxito al fracaso, del tener dinero a perderlo. Lo que es un sueño… que jamás se alcanza, y hay que partir de nuevo a cualquier sitio:

– ¿me deja usted subir?

– ¿A dónde va?
– No sé… bastante lejos.

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