UNO. Googleo:
poetas jóvenes. Google responde con 731.000 resultados. No me siento complacido
con lo que ofrece. Agrego a la búsqueda: veinte años: 683.000 resultados:
poesía contemporánea, un artículo de Wikipedia. No me interesa. Dos, tres,
cuatro resultados más. Clickeo en “tenían veinte años y estaban locos”, un blog
en Tumblr.
DOS. Digito
en el buscador: new wave vomit. Se abre la página. Veo números que me recuerdan
a Rayuela, cada número lleva a un poeta distinto, todos muy jóvenes. Durante
esos días me hago amigo de Ruppel en Facebook, leo a David Foster Wallace y no
dejo de pensar en que tengo que conseguir un empleo.
TRES. A
ambos blogs mando un correo con pésimos poemas.
CUATRO. Comienzo
a leer la llamada "nueva literatura norteaméricana". Entre mis amigos,
sólo uno sabe del asunto. Me recomienda un par de artículos. Uno de ellos es en
el que Monelle cuenta la visita de Lin a España y la oferta que recibe de
50.000 dólares por su próxima novela. Esta sería Taipei. Richard Yates da de
que hablar en todas partes. Comento una reseña que habla mal de Lin en Hermano
Cerdo. Había leído a Lin en algunos blogs, también en lo que se llamó "ficción
rara". Tuve envidia de cómo escribían, pero nunca atenté contra ellos.
CINCO. La
nueva literatura estadounidense es bautizada con diferentes nombres: New wave
vomit, new spleen, alt lit y posnoventista. Este último nombre lo da Jacob
Steinberg a quien he leído atentamente. Escribo sobre él. Nos hacemos amigos en
Facebook. Le digo que me gusta mucho lo que está sucediendo con los escritores
jóvenes. Pienso que debería decirle que creía que no existían, pero me guardo
esas palabras. Él me responde que no esperaba lo que estaba sucediendo tampoco.
Sigo lo que hace editorial Cartonera, no me gusta tanto como lo de Steinberg.
Le pregunto sobre algún escritor colombiano. Me recomienda un blog llamado
"Taja Lápiz". Conseguí un empleo mediocre. Ricardo Limassol
aparece como un ebrio en mitad de la avenida. Caminé junto a ese ebrio, lo
llamé capitán y me dije que la vida debía ser diferente. Escribo sobre
Limassol.
SEIS. Pienso
que deben existir poetas jóvenes colombianos, bien o mal, yo era uno o por lo
menos lo intentaba (ya no escribo poesía como antes). ¿Dónde están los que
escriben en mi país?... Me recuerdo en un bar recitando un par de versos junto
a otros poetas. Pienso que son tan malos como yo, también pienso que es
imposible que no exista alguien que escriba como la gente que estoy leyendo en
los blogs de Tenían veinte años o new wave vomit. Encuentro a David Pardo,
me hago amigo de él en Facebook, me gusta cómo escribe. Leo a Alex Velasco, me
llama la atención. Sin embargo, ninguno de los dos se ha preocupado por recoger
sus poemas, ni en un libro, ni en algún sitio en internet. Los dejan presos en
recitales sin público. Digo que escribiré sobre ellos. Hago comentarios
mediocres sobre lo que han escrito. Me hago amigo de Limassol en Facebook, eso
me hace feliz. Conozco a Tristan Landeros, mexicana.
SIETE. Comienzo
a leer a Frank O’Hara, y H.D…. no dejo de pensar en que me gusta cómo escriben
los jóvenes de la alt lit. Yo no escribo como los de la alt lit. Me doy cuenta
que lo que admiro es cómo logran hacerse a un público a través de internet y
ganar espacios en la crítica. Lin es portada de una revista. Hablo de
literatura rara con un amigo. Comienzo a leer House of Leaves. Todo esto fue
hace casi dos años. Entonces salía con Natalia, ella era divertida, terminamos.
Ese mismo día vi a Monelle recitando poemas de poetry is not dead junto con un
tipo de una guitarra en youtube. Comienzo a leer a Antonio J. Rodríguez.
OCHO. Odio
leer a Antonio J. Rodríguez.
NUEVE. Amo
leer a Antonio J. Rodríguez, Fresy Cool me parece desbordante. Comienzo a
escribir prosa, esta vez ya no cómo lo hacía años atrás. Leo a Pynchon y
comienzo a odiar a Pynchon. Compro el Rey Pálido de David Foster Wallace. Leo
Anábasis por quinta vez. Leo los diarios de Pizarnik y Anais Nin. Comienzo a
leer a R. H. Moreno Durán y termino de leer Los Hermanos Cuervo de Andrés
Felipe Solano. Escribo sobre esta última novela. Me hago amigo de Solano en
Facebook, le digo que me gusta su libro, agradece el comentario. También
comienzo a leer Los Estratos. Juan Cárdenas luego vendría a Cali e iríamos a
comer junto con Alberto Sánchez Galeano, quien ha traducido para Alpha Decay a
Jarret kobek. Siento que amo la literatura. Sigo con mi empleo mediocre,
escribo sobre ello.
DIEZ. Cada
día hay más ambición sobre encontrar nuevos autores, nuevas voces. Buscar se
convierte en una enfermedad. Me choco con Kevin Castro. Al hacerme amigo de él
pienso que hay muchos escritores que llevan el mismo apellido: Jordan castro,
Ernesto Castro, Kevin Castro. Estoy embebido de Vomit. Leo y traduzco a Mira
González. Ana Carrete es mi ídolo. Lin se lleva mi admiración. Pienso que
debería leer más a la alt lit.
ONCE. Me
vuelvo crítico de la alt lit. No me gusta la relación que quieren hacer con los
beatink. Creo que son muy diferentes, muchas personas piensas que son iguales.
Leo a Richard Chiem, Mira González, Gabby Bess, Ashley Obscura, Tao Lin, xTx
(pienso que es un hombre, y no), Jordan Castro, Luna Miguel, etc… También leo
al colombiano Juan Guillermo Sánchez, Diarios de Nada. Escribo sobre
este libro.
DOCE. Quería
traducir un par de poemas de Jordan Castro, me doy cuenta que alguien ya lo ha
hecho, y no sólo eso, ha traducido a Lin y escribe similar cómo los de la alt
lit, me gusta. Su blog no lleva un nombre, sólo dos iconos: ☺↓, su autor: Jesús Carmona-Robles, me hago amigo de él en Facebook,
hablamos de David Meza.
TRECE. La
investigación para encontrar nuevos narradores latinoamericanos y españoles se
vuelve un proyecto. La alt lit latinoamericana, ¿existe?... Al
parecer todos hemos pensado lo mismo, nos hemos hecho las mismas
preguntas, pero no habíamos compartido nuestros apuntes. Hasta ahora.
CATORCE. Todos nos hemos convertido en detectives salvajes.
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