Recientemente Augusto
Sonrics autopublicó un par de libros, "Valeria Luiselli" y "Depresión Decente". Él mismo dobló sus páginas al imprimirlas
y las cosió a mano para unirlas y dejarlas listas a la venta. La poesía de
Sonrics siempre me ha parecido muy cercana al movimiento estadounidense Alt
Lit. Sin embargo, en este último libro podemos ver algo más, un plus, que
quiero comentar (arriesgándome a caer en algo sin sentido o poco significativo. Hablaré del prólogo porque me parece interesante). De las dinámicas poéticas que actualmente surgen en México, y han
surgido, es Augusto quien no parece encajar (La red de los poetas salvajes,
principalmente), y creo tampoco lo hace como un apéndice en español del
movimiento estadounidense. Lo de Augusto Sonrics va un poco más allá y es mucho
más ambicioso, aunque claro, se nutra de todo lo anterior. En el prólogo (#yosíleíelprólogo) que se
encuentra en el libro “Depresión Decente” se aboga por la experimentación en el
lenguaje, por hacer de la poesía una búsqueda y no una mera forma estática. El
prólogo se divide en tres partes.
UNO. “En el arte como
artificio” Shklovski dice: “La finalidad del arte es dar una
sensación del objeto como visión y no como reconocimiento; los procedimientos
del arte son los de la singularización de los objetos, y el que consiste en
oscurecer la forma, en aumentar la dificultad y la duración de la percepción” . En ese sentido el uso del
lenguaje debe ir más allá de una imagen, de un uso correcto. El lenguaje debe
llegar hasta el límite mismo de los objetos, tal vez, el límite de él mismo (del
lenguaje) como objeto. El lenguaje debe usarse no para seguir las normas sino
para advertir en los objetos, en la poesía y el lenguaje en este caso, algo directamente
proporcional a la pincelada de un pintor quien ha dejado el lienzo pintado de
azul. Sonrics piensa en exploraciones del lenguaje como las de Joyce en el
Finnegas wake o las tipográficas de e. e. cummings. Habría que agregar muchos
ejemplos más: Huidobro en Altazor, Safran Foer con Tree of Codes, Mark Z.
Danielewski y La Casa de Hojas. “Depresión Decente” no es una recopilación de
poemas, es una obra con muchas voces. En ella cada poema es un paso hacia el
objeto mismo que es el lenguaje.
Creo que Augusto Sonrics no se ha dado cuenta de algo que,
sin embargo, señala; la literatura ha sido dinámica; nunca sus formas han sido
las mismas; la ambición de cada generación ha sido encontrar una forma de
narrar, de hacer poesía, en últimas; de crear. Sonrics reclama lo que le es
propio de la literatura, el desarrollarse libre, y rechaza con énfasis las
convenciones.
DOS. La segunda
parte del prólogo es algún tipo de fenomenología poética (piensen aquí un poco
en Bachelard). Alguna tesis que trata de llegar a eso innombrable que es la
poesía y que escapa a sus significaciones directas y también simbólicas, porque “A los elementos comunicativos les encanta
relacionarse entre sí. No les gusta estar solos. Hay en ellos un inherente
deseo por manifestarse junto otros elementos comunicativos, como si estos
poseyeran campos magnéticos”. Una poesía posible, sin ningún tipo de mimesis,
es decir; pura (otros dirán absurda, pienso con ello en “caos” que me gusta más).
Las posibilidades de interpretación y de creación serían muchas. Una obra para
ser leída, en palabras de Rimbaud: literalmente y en todos los sentidos. Pero
allí no termina, Augusto Sonrics invita a sus lectores a escribir sobre el
texto, los invita a que compartan el acto creativo, ínsita al comentario
textual. La etiqueta de posmoderno suele ser usada con desdeño, pero Augusto
Sonrics, con su poesía, trata de jugar con la significación y el lenguaje, con
el discurso y la realidad de la misma forma que ellos lo hicieron. En ese sentido Augusto está lejos del
minimalismo de autores de la Alt Lit, aunque sus temas y sus sensaciones
habiten en él; su construcción busca, en “Depresión Decente”, algo mucho más
extraño (pensemos en algunos proyectos poéticos recientes como los de Tan Lin o la recién comentada reescritura de un libro de Ellis con google adds) .
TRES. La obra de Augusto juega
y patalea en ese charco de reglas y prejuicios sobre el lenguaje. Hay una mente
trabajando. Sus poemas son un constante juego (o burla) a principios de la
teoría literaria, la semiótica o la narratología. Lo que se propone es hacer
valer el lenguaje por sí mismo. Como un artificio, sí, pero que es capaz de
brillar en el alma del lector que lo encuentre (algo que logra). La epifanía
frente a lo innombrable, frente a ese silencio, en el que Blanchot encuentra el
camino a un real silencio porque el silencio aún es ruido. Porque el lenguaje
aún no es poesía. Porque: “Escribir es la violencia más grande porque
transgrede la ley, toda ley, y su propia ley”.
CODA. Kenneth Goldsmith es quien
habla de la nueva poesía hecha concepto. De los nuevos caminos que podría tomar
(o está tomando). Su manifiesto es la carta magna para la nueva poesía (o así
se presume), creo que en ella se inscribe la obra de Sonrics, quien muestra una
voz distinta a lo que podemos leer en su blog o en “Valeria Luiselli” o en su
primer libro “Nadie cree que soy lo que creo que soy”. En “Depresión Decente”
hay un trabajo interesante que presento e inscribo en el siguiente manifiesto:
A nadie le gusta la poesía. ¿Y por qué lo harían? ¿Necesitamos otro
poema que describe la forma en que la luz cae sobre su escritorio como una
metáfora de la operación de cáncer de su madre? No, en absoluto.
Y sin embargo, los artistas están acudiendo en masa a la poesía en
estos días, precisamente porque es un espacio huérfano y evacuado, listo para
ser reutilizado con la poesía que parece en nada a la clase de poesía que se ve
(pero no lee) rociados en las páginas de The New Yorker. En lugar de sonetos,
vemos aplicaciones, macros de imagen, hackeado imágenes photoshopped, el
lenguaje de programación encontrado, el hardcore y los vídeos de YouTube se
hacen pasar por la poesía. De repente, la poesía parece interesante de nuevo.
En esta cartera, hay dos mujeres que viven jóvenes, un hombre muerto y
un artista callejero anónimo. Todos ellos, a su manera, amplían radicalmente
nuestra idea de lo que la poesía puede ser: visual, lingüística y
emocionalmente.
El Internet es el mejor poema jamás escrito, ilegible principalmente
debido a su tamaño. Nos estamos ahogando en el lenguaje. Los mejores poetas son
los que mejor pueden cambiar la finalidad de que el lenguaje, el reencuadre
como la poesía. La poesía será hecha por todos.
(google traductor)